Llevamos desde hace unos días una cascada de noticias, como un banco tras otro deciden dejarse de mandangas y abonar, a cada cliente hipotecado, lo pagado de más por la clausula suelo. Sin poner excusas, sin hacer recortes. Con intereses y todo. Y a iniciativa del propio banco.
Pero a esta situación no se ha llegado sin esfuerzo y sin sufrimiento. Para empezar, las miles de acciones judiciales de los propios interesados, en todas las instancias nacionales y europeas. Hasta Bruselas ha llegado el clamor de los clientes tan injustamente tratados por estas entidades. Lógicamente, el Gobierno intervino para poder orden e impedir que se colapse la justicia. Les ha sugerido a los bancos que sean diligentes y que se dejen de excusas. Lo que estos días han decidido los dos bancos nacionalizados es toda una declaración de intenciones. Mientras hablaba el presidente de Bankia, daba la impresión de que en cualquier momento se paraba y empezaba a soltar billetes a los interesados. Parece increíble, pero a esto hemos llegado.
Pero los bancos no son tontos. Saben que estaban perdiendo juicio tras juicio por las clausulas suelo y que, encima, les condenaban en costas. Por tanto, aprendieron la lección y han decidido tomar ellos la iniciativa y no acudir a los tribunales. Habrán pensado que ya está bien de pagar las minutas de los miles de abogados de sus clientes hipotecados.
Por otro lado, esto supone un duro varapalo en sus cuentas. Pero lo asumen en un año de recuperación y crecimiento. Mucho mejor que hacerlo así que en un año de vacas flacas. Y no es mucho dinero, comparativamente, y se lo pueden permitir. Desde luego, mucho menos que los pufos inmobiliarios que aparecieron en sus balances después del estallido de la burbuja inmobiliaria (pufos que ahora afloran en POPULAR, por ejemplo).
Pero no era éste el motivo de la reflexión. El acercamiento que quiero hacer al tema es el del título del post: las malas prácticas bancarias, o comerciales, o políticas, o de lo que sea, suelen pasar factura. Antes o después.
Si se creían que podían utilizar su posición ventajosa, en connivencia con constructoras y promotores inmobiliarios, con el visto bueno de ayuntamientos y comunidades autónomas (hay que recordar que la mayoría de las clausulas suelo las pusieron cajas de ahorros que hoy en día están absorvidas por bancos. Y esas cajas de ahorro estaban controladas por las comunidades autónomas), sin luego asumir las consecuencias, estaban muy equivocados. Al final, los pecados salen a la luz y las malas prácticas se vuelven contra los que las utilizaron. No hay crimen sin castigo, al menos en economía, ni error sin consecuencia. Y ahora les estalló en sus manos y deben resolver la patata caliente.
Apliquémonos en cuento si estamos en el mundo de los negocios. Al final lo mal hecho se sabrá. Y el que lo haya realizado, deberá pagar por ello.
En fin, no quiero parecer aquí el que conjura las diez plagas bíblicas. Pero tengo que reconocer que me alegro mucho por lo que está pasando y espero que los bancos devuelvan hasta el último céntimo y, además, con intereses.
Si alguno está en esa situación y ya ha cobrado o espera hacerlo, me alegro mucho por él. Eso sí, con ese dinero que se cuide mucho de repetir errores y "apostar" por los bancos. Es un consejo, nada más.
Un abrazo muy fuerte a todos
Julio